Tuesday, December 30, 2014

Despedida en el andén


Hacía frío, aunque yo no lo sentía y eso que tenía los pies mojados por la lluvia y había salido sin abrigarme, corriendo al darme cuenta de que había entendido mal la hora a la que tu tren partía, de que habías intentado despedirte de mí, en la locura en el albergue a raíz de las noticias. Todo el mundo intentaba volver a casa. Tú no, tú ibas aún más lejos, más hacia el conflicto.

En el andén busqué tu tren, pero no entendía las señales y no hacia más que correr, de una máquina a otra, con la esperanza de que me vieras. Y me viste. Saltaste del vagón, llamaste mi nombre. Corrí hacia ti y entré en tus brazos como si fueras el amor de mi vida, como si nunca más fuera a verte, como si todos los años y momentos y gente y viajes hubieran sido para finalmente poder besarte. Un beso caliente y convulso, punzante como una transfusión, una caída, un rugido en la selva.

Me pediste que fuera contigo, pero no podía. Me pediste que no estuviera triste, que no llorara. Y te sonreí. Me prometiste que volveríamos a encontrarnos, que esto no había terminado. Tu mano agitó la distancia entre nosotros en un largo adiós y aún en la curva pude ver tu rostro borroso. Entonces lloré y sentí el frío. Sólo te había conocido ayer y ya iba a echarte de menos siempre.

2 comments:

  1. Uy, las pasiones arrebatadas que brotan explosivas e instantáneas, tan atrayentes, tan bonitas ... y tan efímeras. "Te conocí ayer y ya iba a echarte de menos siempre", preciosa frase, aunque "siempre" no lo vaya a ser tanto. Anyway, feliz año.

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    1. ¡Hola! No, no hay nada efímero. Hay vidas que apartamos, porque elegimos otro camino. Siempre se echa de menos a la persona que un día amamos, fuera por un día, por un mes, por seis años. Todo queda, pero olvidamos, para hacer espacio. El amor es más grande que nosotros.

      ¡Feliz año!

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