Sunday, October 13, 2013

Un caballo en la estantería

Tenía que guardar mi caballo viejo antes de irme de la explanada, en un estante de un armario junto a un árbol, porque se había quedado dormido y me lo podían robar. Lo cogía en brazos, pesaba y ardía de fiebre.

El mar oscuro, lleno de basura. Tampoco en la playa encontraba a mi compañera del curro, que andaba muy ocupada con una convención en cuya organización yo no había participado esta vez.

Un pez se acercaba a mí en círculos y abría la boca y sonreía y cada vez que se movía era más y más grande, hasta que salía del agua y se arrastraba por la arena como una foca y se sentaba en la espalda de un hombre que me estaba mirando con malignidad. El pez mutado levantaba una mano y hacía un asqueroso gesto explícito.

Me sentía sola. Sola como si no existiera nadie a quien amar.

Regresaba a la explanada y no estaba mi coche y no entendía qué había podido pasar. ¿Quizás lo había guardado también, como al caballo, y ya no me acordaba? Algo no funcionaba. Corría hacia los apartamentos y me perdía por los enormes rellanos.

2 comments:

  1. Gracias. Y gracias por la visita. Así te descubrí :-)

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