Thursday, March 14, 2013

Los pendientes de la abuela de Claudia

Amantis volvió de la habitación con una cajita de cartón y la puso en mis manos. Dijo: “¿Te acuerdas?”.

No me acordaba.

“Me pediste que los guardara, tenías miedo de perderlos”.

En la tarde ya no había sombras y Matías encendió su pipa.

“No recuerdo...”, dije.

 “Son de tu amiga, de América, eran de su abuela. Tenía miedo de perderlos y te los dio”.

Entonces recordé, bendita Amantis, memoria de las historias. Y a la luz de la vela, rememoré la última tarde con Claudia y su marido y cómo en las prisas y el miedo nos regalaron todas sus pertenencias a los amigos, la familia de aquellos días que habían de ser esplendorosos pero que se tornaron tan turbios.

Y mientras contaba la historia, arropada en el amor de Amantis y Matías, tan precioso, tan necesario, supe que ya era esto, una historia. Y que por tanto estaba quizás capacitada y lista para escribirla.

“Un día tienes que escribir todo esto”, dijeron mi familia de entonces.

Voy a ver si sé.

4 comments:

  1. Pues ánimo, esperamos.

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  2. ¡Ya quisiera haberme portado tan sensato con el anillo de sello del abuelo! Que Henry James sea contigo.

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  3. Ja ja. Creo que a menudo es la sensatez ella misma quien se ocupa de todo sin que nosotros intervengamos demasiado... Como bien has recordado recientemente, a veces, la rima... Henry James... Ummmm, gracias por la música...

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